Historias de San Luis: los disc-jockey
En las notas anteriores hemos relatado y escrito sobre boliches y confiterías. Por allí se ha deslizado el nombre de algún disc-jockey de la época como referencia.
Pero realmente eran la columna vertebral del éxito de estos lugares.
Y una buena barra con los tragos de moda, por supuesto.
Cada uno con su estilo, con su manera de ser.
Lo que no recuerdo es si en la década del 70 y 80 había mujeres en San Luis dedicándose a estos menesteres.
Seguramente que en estos encuentros vamos a desentrañar el misterio.
Pero van llegando nombres a estos ejercicios de memoria.
Aclaro que su mención antes o después de alguno no significa ninguna valoración de su capacidad.
Porque insisto, todos eran muy buenos, con su manera de “poner música”.
Ahora se dice “tocar”.
Aparece Daniel Wanzo en el permanente recuerdo, y el Pato Rodríguez, que luego se dedicaron a tener sus empresas de sonido.
Cachito Ofría, sus hermanos, Carlitos Tucci, el “gallego” San Emeterio, que también se destacó en los medios de comunicación.
El “Flaco” Tello y mi compadre “Ruso” Dzioba, que emprendió constantes aventuras con disquerías.
El Beto Vargas, Chucho Valdéz.
Y basta por ahora porque tenemos muchos nombres más.
Por eso antes que me reclamen por alguien, esperen hasta el próximo domingo.
Y también muy pronto les contaré la historia del Lavarropas.
No de la máquina de lavar. No.
El Lavarropas fue un lugar emblemático de Córdoba, pero liderado e ideado por puntanos, que ahora son médicos, funcionarios judiciales, abogados y otros menesteres.
Hasta el domingo que viene con más historias de los dueños de los vinilos.